A lo largo de la vida humana, los traumatismos de la más diversa índole, así como las múltiples patologías infecciosas, metabólicas y degenerativas que existen, pueden dar lugar a gran variedad de lesiones v secuelas que requieren la intervención de la cirugía plástica o repa­radora. Este tipo de cirugía ha supuesto para muchos pacientes poder restaurar la morfología exterior de su cuerpo, dañada o perdida por diferentes causas. El pie no se escapa a la posibilidad de sufrir heridas accidentales o lesiones patológicas, así como de sus secuelas más o menos deformantes, cuyo tratamiento quirúrgico debe atenerse a los principios plásticos de la reconstrucción, para lograr los mejores resultados funcio­nales y estéticos mediante la aplicación de injertos. Sin duda, en el pie, los resultados funcionales se verán favorecidos mediante la aplicación de un tratamiento orto­podológico cuyo objetivo será, no tan sólo proteger la zona injertada, sino aportar una mayor estabilidad al pie, evitando la tracción y presión que pueden afectar la zona intervenida.