Abstract:
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La alta velocidad tuvo su inicio en el territorio japonés en la década de los sesenta. La primera línea fue construida en el país nipón entre las ciudades de Tokio y Osaka. Posteriormente en Europa, siguiendo el ejemplo japonés, se construyó la línea de alta velocidad París – Lyon, siendo todo un éxito, razón por la cual, otros países europeos como España, Italia o Alemania siguieron el mismo camino.
Suiza, en cambio, se diferenció por una política en la que la implantación de líneas de alta velocidad no fue prioritaria. Optó por modernizar el transporte ferroviario convencional, dotándolo de mayor rapidez, comodidad y frecuencia, aumentando de esta manera la calidad de este medio de transporte con proyectos como Bahn2000, FABI o STEP. En 2007, Suiza se abrió a la alta velocidad por primera vez mediante el proyecto NEAT, con la construcción de túneles, mejorando el enlace ferroviario en dirección Norte-Sur a través de los Alpes y reduciendo drásticamente el tiempo de viaje a través de esta cadena montañosa.
El acierto en la política ferroviaria suiza se fundamenta en sus características geográficas que imponen una inversión muy fuerte en la creación de cualquier nueva línea; en las reducidas distancias entre las ciudades más importantes, que condicionan los beneficios respecto el transporte ferroviario convencional y la calidad de las infraestructuras existentes, que ya disponen de una gran cuota de mercado y por tanto, el salto de calidad ofertado por la alta velocidad, no justificaría su implantación. Otro factor importante a tener en cuenta es que la configuración urbana suiza no se trata de ciudades de millones de habitantes como en el caso de otros países europeos, sino que los núcleos urbanos, exceptuando Zúrich con 353.000 habitantes aproximadamente, el resto de ciudades no supera los 180.000 habitantes, factor que condiciona la demanda y en consecuencia la rentabilidad.
Si considerásemos una red de alta velocidad suiza integrada dentro del marco europeo, se podría aventurar una mejora en las relaciones internacionales y una mayor competitividad del transporte ferroviario respecto al transporte aéreo, entre ciudades como Zúrich y Milán, Múnich o Frankfurt. |