Abstract:
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En los últimos tiempos se ha impuesto en el mundo académico el desiderátum de la interdisciplinariedad, entendida en un sentido mínimo como la interacción, coordinación y conexión de disciplinas distintas con el fin de mejorar las explicaciones fragmentarias sobre partes del mundo. Qué duda cabe que es esta una aspiración estimable que se compadece con el buen sentido epistémico de mitigar o eliminar la práctica de la ciencia en compartimentos estancos. Sin embargo, aceptando esta pretensión como valiosa en sí misma, cabe preguntarse sobre dos aspectos dependientes entre sí: (1) ¿Puede practicarse la interdisciplinariedad sin poner en cuestión los supuestos metodológicos u ontológicos que han contribuido al particularismo epistémico? ¿Acaso es posible reparar el hiato entre campos del conocimiento sin abordar tareas de recategorización de fundamentos que impiden una verdadera integración causal? (2) ¿En qué sentido puede ser relevante la interdisciplinariedad cuando trata de reunir ciencias que históricamente han sufrido un proceso de fragmentación que ha contribuido a constituirlas como distintas, en el sentido de que han pasado a ocuparse de problemas distintos desde supuestos divergentes? ¿Cabe aquí una interdisciplinariedad meramente procedimental que no conlleve una revisión de las consecuencias indeseadas de esa fragmentación? |