En la noroeste de Córdoba, Argentina, el clima semiárido, por lo que la gestión y el control de los escasos recursos hídricos superficiales disponibles es crucial. El problema surge cuando los campesinos y pequeños productores son marginados en el reparto del agua de la cuenca del río Picharas (75% caudal para riego se concede a unas parcelas controladas por empresarios y solo el restante 25% se destina al campesino).