Abstract:
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El consumo de neumáticos en los países desarrollados es elevado y va en aumento.
Los propietarios y usuarios de vehículos, por el hecho de circular con los mismos,
somos los responsables del desgaste de los neumáticos que acaban quedando fuera
de uso y convirtiéndose en residuo. En la Unión Europea se generaron durante el 2005
cerca de tres millones de toneladas de neumáticos fuera de uso (NFU).
Hasta la implantación de una legislación específica, una vez concluida la rodadura de
un neumáticos, sólo un limitado porcentaje se reciclaba y empleaba como materia
prima para otras aplicaciones, mientras que el resto se eliminaba en vertederos o
simplemente se acumulaba sin ningún tipo de control, donde además de provocar un
efecto visual negativo, se producía un riesgo medioambiental derivado de un posible
incendio.
La Directiva Europea 1999/31/CE [7] relativa al vertido de residuos regula esta
acumulación incontrolada de NFU en vertederos, y determina que a partir del 16 de
Julio de 2003, no se admitirán en ningún vertedero los neumáticos usados enteros, y a
partir del 16 de Julio de 2006, ni siquiera los neumáticos usados troceados, con
exclusión de los neumáticos de bicicleta y de los neumáticos cuyo diámetro sea
superior a 140 cm.
El Real Decreto 1619/2005 [12] sobre la gestión de neumáticos fuera de uso establece
además el principio de responsabilidad del productor, por el cual se hace responsable
a los fabricantes e importadores de neumáticos de la correcta gestión de los NFU que
se generan en los talleres, una vez se ha agotado cualquier posibilidad de reutilización
para el fin por el que fueron fabricados. A su vez, recae sobre el consumidor el coste
del correcto reciclaje de los NFU, ya que en el precio de compra de los neumáticos se
incluyen las tasas correspondientes a su gestión.
Para que el ciclo de vida del neumático sea considerado como un modelo de
desarrollo sostenible, es necesario fomentar el aprovechamiento del potencial material
o energético del mismo tras su vida útil. Los NFU se pueden valorizar con aplicaciones
diferentes, que van desde su reutilización tras el recauchutado, hasta la valoración
energética o la obtención de caucho pulverizado o granulado para fabricar diferentes
productos, como por ejemplo: suelas para la industria del calzado, alfombrillas de
automóviles, aplicaciones en betunes asfálticos para carreteras, fabricación de
pavimentos elásticos de aplicación en suelos de zonas de recreo infantil, pistas de
atletismo, campos de fútbol con césped artificial, etc. Sin embargo, estas soluciones
no suponen una alternativa efectiva al importante volumen de neumáticos generados
por nuestra sociedad.De la necesidad de buscar nuevas aplicaciones para este voluminoso residuo, surge la
idea de utilizar partículas obtenidas mediante trituración mecánica en los hormigones,
sustituyendo parte de los áridos convencionales. Sería interesante que además de
eliminar parte de los NFU generados, éstos aportasen alguna mejora en las
propiedades del hormigón.
Desde hace poco más de dos décadas se está investigando la viabilidad del hormigón
de cemento portland con adición de caucho procedente de NFU. Diversos autores
confirmaron mediante ensayos de laboratorio que las mezclas de hormigón con
caucho presentan una disminución de la resistencia a compresión, sin embargo, tienen
un mayor potencial para deformarse plásticamente antes de la ruptura. Para obtener
hormigones de resistencias aceptables, recomiendan que la fracción de caucho
incorporada en la mezcla no exceda el 20 % del volumen total de los áridos.
El objetivo de este estudio experimental es determinar la influencia de la incorporación
de diferentes porcentajes de partículas de caucho (5, 10 y 15% del volumen de los
áridos convencionales) en las propiedades físicas y mecánicas del hormigón. Para
ello, se han elaborado diferentes hormigones utilizando dos tamaños de partículas de
NFU: 1-4 mm (NFU-F) y 10-16 mm (NFU-G). |